Idioma oficial: Italiano
Zona horaria: UTC+2
(verano),
UTC+1
(invierno)
Moneda: Euro (EUR)
La mejor manera de moverse por el centro de esta ciudad tan abarrotada es a pie o alquilando una vespa. Para trayectos más largos, usa el transporte público. Para llegar a las colinas, utiliza el teleférico.
No sólo las tiendas cierran durante el día. La siesta también se respecta en muchas atracciones turísticas, así que revisa siempre de antemano los horarios de los lugares que planeas visitar.
Mientras se está en Nápoles, es absolutamente obligatorio visitar Herculano (localizada a 13 km del centro de Nápoles) y Pompeya (25 km). Estas antiguas ciudades fueron cubiertas por el polvo del cercano monte Vesubio en un abrir y cerrar de ojos en el año 79.
En el corazón del golfo de Nápoles, en el siglo VIII A.C., los griegos fundaron la ciudad de Parténope, que más tarde sería renombrada como Neápolis. Fue uno de los centros urbanos más importantes durante la antigüedad, así como en la era bizantina. Nápoles se convirtió en uno de los núcleos del Renacimiento italiano. La ciudad sufrió graves daños durante la Segunda Guerra Mundial.
Nápoles resume la historia arquitectónica europea. Los descubrimientos arqueológicos más antiguos datan de los tiempos de las cercanas Pompeya y Herculano. Los hallazgos más valiosos de estas dos ciudades, que desaparecieron tras una erupción volcánica, se reunieron en el Museo Arqueológico Nacional. En Nápoles también vale la pena visitar las catacumbas, excavadas en tiempos remotos y adaptadas luego por los primeros cristianos.
Entre los edificios medievales más interesantes se encuentra la catedral gótica, con la Capilla de san Gennaro y la Basílica de Santa María del Carmen, al final de Via Mercato. El campanario de la basílica tiene una altura de 75 metros, por lo que puede ser visto desde varios puntos de la ciudad. Situada en una pequeña isla llamada Castel Dell’Ovo (“Castillo del Huevo”, traducido al español), solía servir como cuartel general para los reyes y sus empleados, además de como tesorería del reino.
Los palacios del Renacimiento también son algo especial. En aquel entonces, era habitual que cada familia rica y ostentosa tuviera su propio palacio. Gracias a esta moda, ahora podemos admirar, por ejemplo, el Palacio Como o el Palacio Gravina. Esta tendencia se prolongó durante varios siglos. Levantados en el Barroco, el Palacio Salerno o el Palacio Real (que fue renovado numerosas veces) aún se conservan en buen estado hoy en día.
Sin embargo, no todo en Nápoles son monumentos. También tiene una cocina sublime. Platos simples hechos con ingredientes locales que han adquirido gran popularidad en todo el mundo. Este es el lugar donde nació la pizza, y la deliciosa mozzarella también es originaria de aquí. En La Masardona se sirve el calzone, algo parecido a una pizza cerrada, frito en abundante aceite. Se recomienda probar el vino local y algunos snacks en Spuzzule. Y para un postre dulce vale la pena pasarse por Dolce Idea Gennaro Bottone, donde se pueden encontrar los mejores chocolates y helados de toda la ciudad.